. . . donde la discreción y la prudencia no tienen cabida y las palabras adquieren la dimensión justa de lo que cada cual esté dispuesto a percibir.

No debe asustarte

No, no debe asustarte el invierno, aunque ahora sea verano, porque el presente permanece en el futuro, como una cadena, como una cadena quieta, y tampoco deben asustarte los futuros fríos, al amanecer, los campos encharcados, cuando todo parece una naturaleza sin vida, porque el corazón conserva la luz de los soles que se fueron y en los ojos permanecen los recuerdos del pasado, tampoco debe asustarte la muerte porque los sarmientos traerán el vino nuevo y nuestro presente asentará el mañana de los otros.
Manuel Vázquez Montalbán, en Galíndez

Detrás del espejo



He mirado detrás del espejo
en busca de su imagen.
Estaba vacío.



D.M. Carlota, en 'Detrás del espejo'


*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría

Derechos de la mujer

Hoy, día festivo en el que se conmemora la aprobación de nuestra Constitución de 1978 y a punto de constituirse el Parlamento que nos va a representar durante los próximos cuatro años, es buen momento para hablar de la mujer y su representatividad en la sociedad.

La lucha de la mujer por la equiparación de sus derechos con el hombre ha sido producto de una lenta y difícil lucha aún no concluida.

En el Antiguo Régimen la función social de la mujer estaba circunscrita a las labores de la casa, la procreación y cuidado de los hijos, y, sobre todo, a su subordinación legal al hombre, padre o esposo.

La Revolución Francesa y demás revoluciones liberal-burguesas plantearon la igualdad jurídica de todos, lo que implicaba la igualdad de los derechos políticos. Sin embargo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano se referían en exclusiva al hombre, no al conjunto de los seres humanos, lo que provocó el inicio de un movimiento, el feminismo, que luchó por la igualdad de la mujer y su liberación, así como por la obtención del derecho de voto.

Los cambios políticos, económicos y sociales producidos en la década de 1870 provocaron una clara aceleración del movimiento feminista. En los países anglosajones el número de mujeres solteras mayores de 45 años había crecido entre las clases medias. La “carrera del matrimonio” ya no era la única opción de la mujer, no sólo como proyecto de vida, sino también como opción económica.

En España, la existencia de una sociedad arcaica, con una fuerte ascendencia de la Iglesia Católica y fuertes jerarquizaciones de género en todos los ámbitos de la vida social, obstaculizó la reivindicación del movimiento feminista que en un principio se basó en demandas sociales y en la exigencia de los derechos civiles, dejando a un lado las reivindicaciones políticas.

El Código Civil Español de 1889 incapacitaba civilmente a la mujer dejándola primero bajo la tutela del padre y después bajo la tutela del marido, no se le reconoce como un ser individual. Sólo las mujeres solas, solteras o viudas, contaban casi con los mismos derechos que los hombres. Esta incapacidad civil significaba que las mujeres tenían que obtener permiso paterno o marital para estudiar, ejercer una profesión, viajar, abrir una cuenta bancaria, recibir atención médica o para actuar ante la justicia. Sólo recuperaban parte de estos derechos ante la ausencia del marido.

Amparo Rubiales Torrejón, en su conferencia sobre “Evolución de la situación jurídica de la Mujer” (2003) señala que las mujeres eran socialmente invisibles, no tenían ninguna posibilidad de acceso a la educación ni a la formación y solo eran utilizadas como mano de obra barata, cuando esta se necesitaba.

En el terreno educativo, hasta principios del siglo XX el reconocimiento de la educación de la mujer se centraba en la utilidad en la medida en que se consideraba mejor para la educación de los hijos o para que, en el caso de que tuvieran la “desgracia” de no casarse, se pudieran ganar la vida, primero como institutrices y, más tarde, como maestras. El modelo educativo se basaba en transmitir a las jóvenes pautas de comportamiento en la función doméstica (cuidado de la casa, los hijos y atención al marido), mientras que a ellos se les educaba para el espacio de lo público, y, por tanto, el trabajo remunerado, la política y el poder en general.

Deshacer las tradicionales barreras entre lo público, terreno masculino, y lo privado, terreno femenino, autorizando el acceso de las mujeres al espacio público era considerado como un peligro para el orden social.

La resistencia a la generalización de la enseñanza femenina fue muy acentuada. El reconocimiento oficial del derecho a la educación superior no se produjo hasta 1910.

Las Constituciones españolas, hasta la Segunda República, omitían todo referencia al principio de igualdad entre los sexos. Tras la proclamación de la Segunda República se convocan unas cortes constituyentes en las que por primera vez pueden resultar elegidas las mujeres. Ellas no elegían, pero se declara que pueden ser elegibles (curioso ¡verdad!). De estas Cortes Constituyentes formaron parte tres mujeres: Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken.

Fue la Constitución de 1931 la que proclamó por primera vez, en su artículo 36, el derecho al sufragio femenino y reconoció, en el artículo 53, el derecho a ser diputada. Asimismo, en su artículo 25, reconoció el derecho a la igual de sexo. Hay que destacar que en las primeras elecciones tras la aprobación de la Constitución no resultó elegida ni una sola mujer. Pero ¡por fin! se había logrado la igualdad jurídica entre hombres y mujeres.

Sin embargo, todos estos derechos se borraron de un plumazo tras la Guerra Civil española. La participación política popular, tanto de hombres como mujeres, se limitó a plebiscitos para asegurar el poder absoluto del régimen, y, en cuanto a los derechos civiles de las mujeres, se restableció la obligación de la joven a permanecer en el hogar paterno hasta el momento de casarse o de entrar en el convento. Las mujeres volvían a quedar sujetas a la tutela patriarcal, la licencia paterna o marital volvía a ser necesaria para cada acto que quisieran llevar a cabo. Ver

A partir de los años 50 las sucesivas reformas efectuadas en el Código Civil de 1889, vigente en la actualidad, fueron reconociendo poco a poco mayores derechos a las mujeres.

La aprobación de la Constitución de 1978 marca un auténtico punto de inflexión en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y su igualdad a los hombres. Sin embargo, no deja de ser criticable la escasa participación de las mujeres en la elaboración del texto constitucional y que, a diferencia de lo ocurrido en 1931, ninguna mujer formó parte de la ponencia constitucional.

La fuerza vinculante directa de la Constitución provocó la derogación inmediata de las normas discriminatorias preconstitucionales todavía vigentes y la consiguiente aprobación de una nueva reglamentación igualitaria entre ambos sexos.

Como curiosidad de estos primeros años de democracia, y hasta el reconocimiento total de la igualdad de hombres y mujeres, destacar el hecho de que a algunas de las primeras Diputadas elegidas les pidieron la autorización de sus maridos para abonarlas directamente el sueldo.

Progresivamente en nuestro parlamento, gracias al sistema de cuotas, se han ido incorporando las mujeres. No obstante, dado el dato obtenido de las recientes elecciones, 125 mujeres en el Congreso de los Diputados frente a 225 hombres, todavía queda mucho camino por recorrer.

Son muchas las personas que critican el feminismo pero éste no existiría sino hubiera machismo, por lo que a mi entender la intensidad del feminismo es proporcional en sentido inverso a la del machismo.

Lectura recomendada:
El voto femenimo y yo: mi pecado mortal, de Clara Campoamor.

* Imágenes adquiridas de la web, desconozco la autoría 

Diario de una escritora

Casi todo me atrae. Sin embargo se alberga en mí algún buscador infatigable. ¿Por qué no hay un descubrimiento de la vida? Algo para ponerle las manos encima y exclamar: "¿Es esto?" Mi depresión es un sentirme acosada. Estoy buscando: pero no, no es eso… no es eso. ¿Qué es entonces? ¿Tendré que morir sin haberlo encontrado?.
Virginia Woolf, en 'Diario de una escritora' (fragmento)

Curriculum vitae



Digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera,
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal,
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perro
y que tu sombra,
tu propia sombra,
fue tu única
y desleal competidora.

Blanca Varela en 'Curriculum vitae'
Lienzo de Steve Hanks



Perú y sus poetas

... de lo inexacto me alimento
y toda el agua de los cielos es incapaz de lavar
esta íntima y rebelde herida que soy.

Blanca Varela, en 'Malevitch en su ventana' (fragmento)

Sentirse viva


No he muerto.


Vivo!

Vivir es maravilloso.

(Puede ser hasta inútil, pero es bello)

Es ocupar un sitio bajo el sol...

Un sitio...
y esto del sitio bajo el sol, no es poco.
Vivir es una pasión.
Una pasión tremenda.
Toda ilusión se pierde, se abate, se diluye.
Sólo el hambre y la sed de vivir nos acompañan,
llama voraz, sedienta, inútil.
Única ilusión. Única lámpara
de nuestra noche irreductible.
En el naufragio... sólo su latido...
en la noche su flama turbadora.
Su fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial. Única.

Vivo!
Esta verdad me exalta y me conturba.
Es septiembre... Y yo... vivo.
Porque vivir no es solamente el hecho
de tener un amigo o un hermano
ni haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir es un esfuerzo apasionado.
Arduo juego. Brutal ejercicio.
Vivir no es sólo la palabra: Vivo.
Ni el pequeño rencor de cada instante.
Ni haber el trigo sin claudicaciones.
Ni sufrir el oprobio con paciencia.
Vivir es muy distinto.
Es sentir la certeza, la confianza,
el ejercicio, la vigencia irrevocable,
la fuerza activa de ser
en acto puro... unísono... inefable.
Sentir el aletazo en flamas
de nuestra propia sangre vengativa
en nuestro corazón indefenso.
Arder... en suma
y dejar que la llama nos consuma.
Y resistirlo con valor,
con dignidad y con dolor,
con sed, con ansia, con ternura,
con amor,
con denuedo
y... y... con miedo.
Puede ser todo esto
o algo más o algo menos.
Puede ser nuestro grito frustrado,
repetido, perdido, sin sentido.
No importa!
Sólo importa estar vivo
en cada instante, en cada movimiento.
(Acto vital de júbilo y lamento)


P.D.
Te recuerdo.
No has muerto. Qué alegría!
Sientes el son del tiempo,
sobre la piel su mordedura fresca, 
en la raíz del ser su sedimento,
su rasguño infalible?
Te recuerdo!
Te recuerdo!
Sufres? Trabajas? Luchas? Te entristeces?
Te recuerdo.
Yo pienso en ti y me pasa por la mente 
como una nube grande el pensamiento. 
(Nadie puede sentir lo que yo siento) 
Vives. 
Esta sola palabra me conforta. 
Ah... y no me olvides 
que estoy aún sobre la tierra hermosa. 

Carmelina Soto, en 'La Carta'
*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría


Crónica de mi misma

Matilde Alba Swann es el seudónimo de Matilde Kirilovsky de Creimer (1912-2000), fue escritora, poeta y abogada.
Fue una de las primeras mujeres que obtuvo el título de abogada en la Universidad Nacional de la Plata, provincia de Buenos Aires. Ejerció la profesión durante más de 50 años con el respeto y cariño de sus colegas.
Una gran mujer que luchó por la defensa de los derechos esenciales de su pueblo.



Y querer merecerme; de veras merecerme.

Revisar mis dispersas escrituras,
mi palabra, revisarme el sollozo,
la garganta,
auscultarme el latido, desollarme,
revisarme las venas, las arterias.
todo el complejo existencial
que asumo.

Revisar mi conducta, mis proyectos,
lo soñado, ensoñado,
lo vivido,
conformarme de nuevo, aun no inscripta,
sin visión, sin recuerdo, sin mentiras,
sin verdades ocultas, temerosas,
sin impulsos,
sin deserción, sin este yo
impreciso.

Revisarme hasta el fondo, descifrarme,
prenderme, saberme, perdonarme,
tanto pude y no hice,
tanto hice febril
a manotazos,
en apremio suicida, lograr algo, dejar
algo, quedarme allí incrustada,
en la trama inicial, impenetrable,
indestructible, quedar, estar,
ser siempre,
y vencer de la muerte,
y de la vida.

Permanecer y ser, por solo acto
de ingerencia en un sino
de criatura.

Despedacé mi carne, carne mía, fatigada
de esfuerzo y sinsabores, me derramé, me di,
me hice guiñapo; al costado de holgura,
fui miseria.


Quise tanto y a tantos, y la tierra,
ese soplo de polvo que me aguarda,
y mi aventura batalladora hecha
de timidez, de inermidad
y miedo.


Estos árboles rudos que me vencen
la mirada, cada vez menos útil, y esta noche
que circunda mis noches y me azuza y me manda
no dormir, y pensar, y sentir frío,
y volver al dolor que hice a un costado.
Yo debo revisarme desde el antes,
descubrir el motivo, causa, impulso, la razón,
el por qué, y el hacia adonde, y el por qué
del por qué de la pregunta.


Ascender la montaña hacia la cima,
y mirarme, un abismo,
en el abismo, y elevarme al azul
por propio esfuerzo apoyándome en mí,
envolviéndome en mí,
desde mí misma,
tirar de mí hacia arriba; tocar siquiera
una sola estrella, una sola, o su fulgor
siquiera, o siquiera seguirla
desnudando
mi vergüenza a su luz. Esta corteza,
que resquebraja
cada vez que pienso,
y estas raíces que me petrifican
bajo la inercia de un planeta
muerto.


Quiero salir maleza a herir caminos,
y punzarme de heridas, ser, de pronto,
este mundo y un próximo intuido,
y recordar, de pronto, un otro antiguo
mundo en seres golpeados que lloraron
mucho antes de mí, y que derramaron
en mi llanto de hoy, su sal y acíbar.

Ser el ánfora quieta de una ignota,
milenaria mansión
sin nada dentro,
y esperando.

Un océano en peces y vitrales, y en suicidas
y barcos milenarios; ser la orilla, el camino
sobre el agua, ser la brújula, el sol rojo
de noche y el marinero que perdió la novia,
la llegada y el puerto, abigarradas
multitudes ruidosas,
y en mí, nadie.

Asomarme a la ardiente boca ígnea
de un volcán que despierta en el incendio,
y saber que soy fuego y quemadura,
que la lava soy yo,
descascarando;
desnudada, sentirme leña al rojo, derramado
mineral,
embistiendo la ladera, burbujeante y hervida.

Merecerme, de veras merecerme;
en cuclillas orar, sin darme cuenta,
porque quiera la entraña de mi madre,
exhalarme a la luz, y ser pequeña,
respirar, prometer, ser la esperanza
para alguien, sin nada más que el hilo,
que amenaza romper de una esperanza.

Merecerme de veras; ya retorno
del altar y del lodo, del sollozo,
del gemido y del canto, de mi propio
funeral, y me escucho como corro
anhelante y jadeante
a mi bautismo

Matilde Alba Swann, en 'Crónica de mi misma' 

Resistiré


Cuando pierda todas las partidas
cuando duerma con la soledad
cuando se me cierren las salidas
y la noche no me deje en paz.


Cuando sienta miedo del silencio
cuando cueste mantenerse en pié
cuando se rebelen los recuerdos
y me pongan contra la pared.


Resistiré, erguido frente a todo
me volveré de hierro para endurecer la piel
y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
soy como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pié.


Cuando el mundo pierda toda magia
cuando mi enemigo sea yo
cuando me apuñale la nostalgia
y no reconozca ni mi voz.


Cuando me amenace la locura
cuando en mi moneda salga cruz
cuando el diablo pase la factura
o si alguna vez me faltas tu.


Resistiré, para seguir viviendo
soportaré los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, Resistiré...

Innterpretado por Carlos Toro y Manuel de la Calva, 'El dúo dinámico'
Lienzo de Jack Vettriano

He decidido desintegrar el año


El último año he vagado por un camino muy distinto a como lo imaginé en su comienzo, por ello ...

He decidido desintegrar el año
en leves momentos,

enanos,
breves trocitos
de segundos terribles,
unos tras otros,
y tirarlos a la basura del universo,
allí donde van, tarde o temprano,
los recuerdos de nuestra vida.

Al fin y al cabo,
aunque yo no muera,
el año lo hace
por la puerta de atrás.


Jesús R. Peinado, en 'Término'
Lienzo de Annick Bouvattier

Con novio o sin él

Quizá hoy debería escribir algo sobre el "adiós" o, al menos, así lo pensé hacer esta mañana al despertar. Pensé que escribiría que no me gustan las despedidas y que prefiero un ¡hasta luego!, ¡hasta pronto!, ¡cuídate! o un ¡nos vemos!. Escribiría que cuando llega el momento acostumbro a ahogar en un mar de silencio cada una de las letras que componen la palabra. Pero como es habitual desde hace ya más de dos meses he decidido aplazarlo para otro día y escribir sobre regaderas. Perdón, matizo, he decidido transcribir algunos fragmentos del artículo de Ray Loriga publicado ayer en el número 1818 de El País Semanal, su título "Corre, corazón". Leer mas...
La joven F había acumulado tantas flores en sus cuatro balconcitos que la pequeña regadera que tenía ... ya no servía ... era tan pequeña que obligaba ... a ir y venir al baño una veinte de veces cada vez que regaba. ¿A qué tantas flores -le decía su buena madre cuando venía a visitarla-, es que no tienes novio?. La señorita F fingía no prestar atención ... y así día tras día y año tras año, hasta que se dijo: ¡Ya está bien!. Desde que se dijo eso hasta que se decidió a hacer algo al respecto pasaron dos meses, lo cual no es tan raro porque a veces las decisiones se dilatan y se maduran, o se distraen por una cosa o por la otra. Pero una buena mañana ... cogió el monedero y ... "Con novio o sin él, me haré con una regadera más grande". Y dicho y hecho. [...] "Ahora se va a enterar mi madre". [...] Se moría de ganas por probar su nueva regadera, pero como se había precipitado regando por la mañana ... no tuvo más remedio que esperar al día siguiente. [...] durmió intranquila ... pero al despertar ... sintió que el día en lugar de una promesa traía una certeza, y sin desayunar ... se puso a la tarea. ¡Qué diferencia! ... Una vez regadas las flores, se sentó tranquilamente a fumar un cigarrillo y pensó en su madre. ¡A ver qué dices ahora! Después se preparó un té con limón y se dispuso a enamorarse.
Quizá otro día escriba sobre el adios.

Francisco Álvarez Hidalgo


He llegado al confín de la fatiga
y no recuerdo cómo se descansa;
tal vez con abandono lo consiga,
como hoja verde sobre el agua mansa.
Pero quizá me arrastre la corriente
turbando su revuelo mi sosiego;
dormiré los sentidos y la mente,
y la luz dormirá, dormirá el fuego.

Francisco Álvarez Hidalgo, Brevería nº 547
Lienzo de Michael Garmash

La mujer de rojo


Con tranquilidad y en silencio, siguiendo el protocolo habitual de las ocasiones especiales, aquella mañana cubrió la suave piel de su cuerpo con el vestido rojo que tanto la gustaba, escogió para la ocasión los zapatos azules de tacón alto, y con paso firme se dirigió hacia la estación con la decidida intención de subir al tren en busca de la verdad.

Cuando lo vio llegar su mirada se detuvo en uno de los vagones. Sorprendida observó a aquella mujer arrogante y sonriente que por su ventanilla asomaba. Era la misma mujer que días atrás tanto daño la había causado con sus malvadas difamaciones y calumnias. La miró detenidamente durante largo tiempo y fue entonces cuando pudo percibir toda la miseria y mezquindad que habitaba en aquel cuerpo. Sintió lástima de ella.

El tren se puso de nuevo en marcha pero la mujer del vestido rojo decidió no subir. No merecía la pena malgastar un segundo de su tiempo y energías reclamando aquella verdad. El tiempo se ocuparía de ello. El tiempo siempre pone a cada uno en su lugar -se dijo-.

Dio media vuelta y con paso tranquilo emprendió el camino de regreso.

Nell, en 'Una mujer una vida'
Lienzo de Annick Bouvattier

Lágrimas dormidas


Quise dejar las lágrimas dormidas
y despertar sonrisas jubilosas.
Disfracé la tristeza
vistiéndola de alegre danza,
maquillé la mirada
con una sutil línea blanca,
oculté el sentimiento
ahogándolo en un mar de silencio.
Quise dejar las lágrimas dormidas
pero ahora despiertan ...
                                        de su letargada agonía.

D.M. Calota, en 'Lágrimas dormidas'
*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría

Pétalo de rosa


Esto que ves es todo lo que tengo -y abrió su mano para mostrárselo.
Aquí se encuentra todo mi ser.
Sólo es un pétalo de rosa –dijo él.
No, míralo bien.
Lo tomó entre sus manos, lo observó y jugueteó.
Tan sólo es un pétalo, nada más –volvió a decir- y lo dejó.
Esto que has dejado
es mi amor,
amor de mujer.

D.M. Carlota, en 'Pétalo de rosa'
*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría

Lostalé y su poesía

En el encanto de lo perdido vive la tristeza.
Su daño no son espinas, aunque mane la herida.
Sin rumbo una forma nos lleva

y esa forma es sólo la tensión de un reflejo,
campo puro que eleva el sentimiento hasta el rastro de una voz
y desde allí vuelve al mundo,
espacio frágil de su visión.
Congregado tiempo reverbera
desde un corazón hacia dónde:
pues todos pasan en olvido
de la germinal pulsación que los nombra.
Trapasa la mirada continuo hilo de sueño
que nunca llega a juntar
lo que en disperso aliento
completo e íntimo se va.
En el encanto de lo perdido vive la tristeza,
y es su reino un sueño destronado
que, como el amor, en su altitud nos sostiene,
mientras apagada llama no deja de arder.
Camino es la tristeza que con todos a ninguno llega;
por eso siempre vive en la anunciación del regreso,
en su esplendor de brisa que ningún corazón refleja
aunque a su memoria pertenece,
cuya luz penetra el mundo con la mirada del expulsado.
Tristeza es el silencio después de cada ser.

Tristeza, en 'La rosa inclinada'. 1995

Calambur Poesía, 35
Autor: Javier Lostalé
Madrid, 2002


'La rosa inclinada' recoge la obra poética completa de Javier Lostalé, así como su libro inédito de poemas en prosa La estación azul. Se trata de una obra poética de culto y semiclandestina, inclasificable, que por diversas circunstancias, nunca relacionadas con su obra, se ha quedado fuera de antologías y circuitos comerciales. La rosa inclinada nos ofrece una voz poética original y madura, íntima y emocionada, que funda, con un lenguaje que roza por momentos lo místico, la memoria del corazón.

Javier Lostalé nació en Madrid en 1942. Profesional de Radio Nacional de España ha obtenido los premios Ondas y Nacional de Fomento de la Lectura a través de los medios de comunicación.

Formó parte de la antología Espejo del amor y de la muerte (1971) y es autor de los libros de poemas Jimmy, Jimmy (1976; 2000); Figura en el Paseo Marítimo (1981); La rosa inclinada (1995), Premio de Poesía Juan de Baños; Hondo es el resplandor (1998) y La estación azul (1998-2001), hasta hoy inédito. En 1971 antologó la poesía de Vicente Aleixandre bajo el título de Antología del mar y la noche, y pertenece a la Academia Castellano-Leonesa de Poesía.

JIMMY, JIMMY (1976)
V
No siempre la luz nos acerca a la verdad de un rostro,
pues, soberana, desconoce esas manchas humanas que
                                                           {dolorosas se contraen
bajo un foco inclemente.
No siempre la palabra nos acerca a la verdad de un labio
pues unas burbujas sonando nunca alcanzan un corazón.
No siempre una mirada nos acerca a la verdad de unos ojos,
pues unas ruinas recorrieron y desde entonces una flor no
                                                                     {puede romper
con su claridad la turbia tela de aire que los unifica
                                                                 {indiferentes.
No siempre el abandono nos trae una respuesta, ni el
                                                                          {silencio
nos corta como aspas entreabriéndose un paisaje.
No siempre. No nunca. Por eso todavía nos engañamos.
Y cogemos una cuartilla. Y vamos uniendo palabras.
Aunque sabemos que la verdad tampoco es ésta. Fuera
o dentro: soledad siempre: he aquí el poema.


Jorge Cuesta

La vida cambia lo que fue primero
y lo que mas tarde es no lo asegura,
y la memoria, que el rigor madura,
no defiende su fruto duradero…


Jorge Cuesta, en 'No aquel que goza, frágil y ligero', (fragmento)

13:25 h.


Tengo en mi corazón
un gran amor,
el mayor amor
que una mujer puede sentir,
un once de junio
a mi vida llegó
y desde entonces
no lo he dejado de sentir.


Dámaso Alonso y su poesía


Gota pequeña, mi dolor.
La tiré al mar.
Al hondo mar.

Luego me dije: ¡A tu sabor
ya puedes navegar!

Más me perdió la poca fe...
La poca fe
de mi cantar.
Entre onda y cielo naufragué.
Y era un dolor inmenso el mar.


Dámaso Alonso, en 'Gota pequeña, mi dolor'


*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría

A veces me paro

Hace algún tiempo leí un poema en el blog de un seguidor indiscreto que me hizo pensar. Hablaba de piedras, camino, miedo, fuerza y parar. Su título "Piedras", su blog en http://impresionesdeunaorquidea.blogspot.com/

Aún no he aprendido a dar patadas
a las piedras que encuentro en mi camino.
Tal vez,
tenga miedo de que me duela.
O puede que crea que
no tengo suficiente fuerza.
Pero a veces me paro,
y las miro.
No las veo bellas,
ni tampoco me desagradan,
pues no son mas que piedras.
Pero me paro.
Y las miro.
Las miro sin ver nada en ellas
Las miro sin llegar a tocarlas
Las miro . . . 
        . . . y mientras 
no camino.

MasdeVallia M. D., en 'Piedras'

Dimisión

 
Señor@s
presento mi dimisión.
Dimito de las estancias frías
decoradas con jarrones de rosas y espinas,
de las luces tenues que entre sus paredes habitan
y de los sonidos huecos que por ellas caminan.

D.M. Carlota, en 'Dimisión'

*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría


Mario Benedetti y su poesía

En ocasiones, la dinámica en la que nos encontramos nos impide percibir los pequeños momentos que a nuestra vida asoman, pasamos veloces por ellos pensando en el día que está por llegar, ¡craso error!:
"disfruta del presente y no pienses en lo que después vendrá, porque, amigo mío, seguro que vendrá"

El cuento es muy sencillo,
usted nace,
contempla atribulado
el rojo azul del cielo,
el pájaro que emigra,
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente.


Usted sufre,
reclama por comida
y por costumbre,
por obligación,
llora limpio de culpas,
extenuado,
hasta que el sueño lo descalifica.


Usted ama,
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético,
se convierte en escombros.


Usted aprende
y usa lo aprendido,
para volverse lentamente sabio,
para saber que al fin el mundo es esto,
en su mejor momento

una nostalgia,
en su peor momento

un desamparo,
y siempre, siempre
un lío,
entonces,
usted muere.


Mario Benedetti, en 'Curriculum'

Stand-by

Es pronto para partir, tarde para quedarse.
Lejos quedó la ilusión, cerca está el adiós.

D.M. Carlota

Laberinto

Llévatelo viento,
llévatelo por favor.
Llévate este sentimiento
que se ahoga en mi interior,
me quema por dentro,
anula mi pensamiento
y quiebra mi corazón.
Llévatelo por favor.
No quiero perderme
en el laberinto de los sentimientos
ni enredarme
entre los sonidos del silencio.
No quiero volver a sentir
este dolor sin fin.
Quiero sentirme viva,
vivir la vida.

D.M. Carlota, en 'Laberinto de sentimientos'

*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría

Derrota electoral



Se me acerca su imagen, en silencio,
desde el final marchito de la lluvia,
de esta lluvia nostálgica
que nos hace morir como burbujas
yendo a cámara lenta reventando,
expansión de sus almas diminutas.
Así de frágil yo, cuando la veo,
y todos los sentidos me preguntan
por qué se me hizo ausente,
o si es que yo me pierdo en las oscuras
cámaras de un olvido que no tengo.


No, mis amigos, no me pierdo nunca,
ni por azar, ni voluntariamente;
es demasiado vasta la fortuna
de latidos y sueños y erotismo
invertidos en mi candidatura
a amante en exclusiva.

A falta estoy de un voto, y ya las urnas
están a punto de cerrarse;
aboco a una derrota electoral.
La lucha va tocando a su fin.

He recorrido una vez y otra
longitud y anchura de todos sus distritos;
los pronósticos me daban vencedor,
pero hay consultas que no reflejan la postura exacta
de la opinión ajena. Hay amargura,
y decepción también, y la fatiga
de mantenerse en incesante lucha
sin claros resultados.

Me llama la renuncia
con su reclamo gris de abatimiento,
con sus palabras turbias.
Pero mi reclusión en la campiña,
lejos de su trajín, y de su jungla
de sonidos y aromas y pujanza,
de su visión desnuda,
no borrará su imagen en mi mente,
lo único que me queda de las nupcias
que fraguamos un día, aunque ilegales,
en el calor de sábanas adúlteras.

Llegue su imagen, aunque venga envuelta
en agua, en niebla, en vértigo, en penumbra.
Será una forma de llamarla mía,
aunque tenga otro brazo en su cintura.

Francisco Álvarez Hidalgo, en 'Se me acerca su imagen'
*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría


Acércate


Ven, acércarte.
Un poco más.
Quiero sentir tus dedos
dibujando líneas en mi cuerpo
y por mi pecho deslizarse
y en mi vientre detenerse.
Quiero sentir el roce de tus labios
acercándose a los míos
y tu aliento mezclarse con el mío.
Quiero que halagues mis oídos
con palabras bonitas,
de esas que suenan en susurros
cuando dos cuerpos se aproximan.
Quiero desear tu cuerpo y que tu...
desees el mío.

D.M. Carlota, en 'Ven, acércate'
*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría

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