. . . donde la discreción y la prudencia no tienen cabida y las palabras adquieren la dimensión justa de lo que cada cual esté dispuesto a percibir.

Sentirse viva


No he muerto.


Vivo!

Vivir es maravilloso.

(Puede ser hasta inútil, pero es bello)

Es ocupar un sitio bajo el sol...

Un sitio...
y esto del sitio bajo el sol, no es poco.
Vivir es una pasión.
Una pasión tremenda.
Toda ilusión se pierde, se abate, se diluye.
Sólo el hambre y la sed de vivir nos acompañan,
llama voraz, sedienta, inútil.
Única ilusión. Única lámpara
de nuestra noche irreductible.
En el naufragio... sólo su latido...
en la noche su flama turbadora.
Su fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial. Única.

Vivo!
Esta verdad me exalta y me conturba.
Es septiembre... Y yo... vivo.
Porque vivir no es solamente el hecho
de tener un amigo o un hermano
ni haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir es un esfuerzo apasionado.
Arduo juego. Brutal ejercicio.
Vivir no es sólo la palabra: Vivo.
Ni el pequeño rencor de cada instante.
Ni haber el trigo sin claudicaciones.
Ni sufrir el oprobio con paciencia.
Vivir es muy distinto.
Es sentir la certeza, la confianza,
el ejercicio, la vigencia irrevocable,
la fuerza activa de ser
en acto puro... unísono... inefable.
Sentir el aletazo en flamas
de nuestra propia sangre vengativa
en nuestro corazón indefenso.
Arder... en suma
y dejar que la llama nos consuma.
Y resistirlo con valor,
con dignidad y con dolor,
con sed, con ansia, con ternura,
con amor,
con denuedo
y... y... con miedo.
Puede ser todo esto
o algo más o algo menos.
Puede ser nuestro grito frustrado,
repetido, perdido, sin sentido.
No importa!
Sólo importa estar vivo
en cada instante, en cada movimiento.
(Acto vital de júbilo y lamento)


P.D.
Te recuerdo.
No has muerto. Qué alegría!
Sientes el son del tiempo,
sobre la piel su mordedura fresca, 
en la raíz del ser su sedimento,
su rasguño infalible?
Te recuerdo!
Te recuerdo!
Sufres? Trabajas? Luchas? Te entristeces?
Te recuerdo.
Yo pienso en ti y me pasa por la mente 
como una nube grande el pensamiento. 
(Nadie puede sentir lo que yo siento) 
Vives. 
Esta sola palabra me conforta. 
Ah... y no me olvides 
que estoy aún sobre la tierra hermosa. 

Carmelina Soto, en 'La Carta'
*Imagen adquirida de la web, desconozco la autoría


Crónica de mi misma

Matilde Alba Swann es el seudónimo de Matilde Kirilovsky de Creimer (1912-2000), fue escritora, poeta y abogada.
Fue una de las primeras mujeres que obtuvo el título de abogada en la Universidad Nacional de la Plata, provincia de Buenos Aires. Ejerció la profesión durante más de 50 años con el respeto y cariño de sus colegas.
Una gran mujer que luchó por la defensa de los derechos esenciales de su pueblo.



Y querer merecerme; de veras merecerme.

Revisar mis dispersas escrituras,
mi palabra, revisarme el sollozo,
la garganta,
auscultarme el latido, desollarme,
revisarme las venas, las arterias.
todo el complejo existencial
que asumo.

Revisar mi conducta, mis proyectos,
lo soñado, ensoñado,
lo vivido,
conformarme de nuevo, aun no inscripta,
sin visión, sin recuerdo, sin mentiras,
sin verdades ocultas, temerosas,
sin impulsos,
sin deserción, sin este yo
impreciso.

Revisarme hasta el fondo, descifrarme,
prenderme, saberme, perdonarme,
tanto pude y no hice,
tanto hice febril
a manotazos,
en apremio suicida, lograr algo, dejar
algo, quedarme allí incrustada,
en la trama inicial, impenetrable,
indestructible, quedar, estar,
ser siempre,
y vencer de la muerte,
y de la vida.

Permanecer y ser, por solo acto
de ingerencia en un sino
de criatura.

Despedacé mi carne, carne mía, fatigada
de esfuerzo y sinsabores, me derramé, me di,
me hice guiñapo; al costado de holgura,
fui miseria.


Quise tanto y a tantos, y la tierra,
ese soplo de polvo que me aguarda,
y mi aventura batalladora hecha
de timidez, de inermidad
y miedo.


Estos árboles rudos que me vencen
la mirada, cada vez menos útil, y esta noche
que circunda mis noches y me azuza y me manda
no dormir, y pensar, y sentir frío,
y volver al dolor que hice a un costado.
Yo debo revisarme desde el antes,
descubrir el motivo, causa, impulso, la razón,
el por qué, y el hacia adonde, y el por qué
del por qué de la pregunta.


Ascender la montaña hacia la cima,
y mirarme, un abismo,
en el abismo, y elevarme al azul
por propio esfuerzo apoyándome en mí,
envolviéndome en mí,
desde mí misma,
tirar de mí hacia arriba; tocar siquiera
una sola estrella, una sola, o su fulgor
siquiera, o siquiera seguirla
desnudando
mi vergüenza a su luz. Esta corteza,
que resquebraja
cada vez que pienso,
y estas raíces que me petrifican
bajo la inercia de un planeta
muerto.


Quiero salir maleza a herir caminos,
y punzarme de heridas, ser, de pronto,
este mundo y un próximo intuido,
y recordar, de pronto, un otro antiguo
mundo en seres golpeados que lloraron
mucho antes de mí, y que derramaron
en mi llanto de hoy, su sal y acíbar.

Ser el ánfora quieta de una ignota,
milenaria mansión
sin nada dentro,
y esperando.

Un océano en peces y vitrales, y en suicidas
y barcos milenarios; ser la orilla, el camino
sobre el agua, ser la brújula, el sol rojo
de noche y el marinero que perdió la novia,
la llegada y el puerto, abigarradas
multitudes ruidosas,
y en mí, nadie.

Asomarme a la ardiente boca ígnea
de un volcán que despierta en el incendio,
y saber que soy fuego y quemadura,
que la lava soy yo,
descascarando;
desnudada, sentirme leña al rojo, derramado
mineral,
embistiendo la ladera, burbujeante y hervida.

Merecerme, de veras merecerme;
en cuclillas orar, sin darme cuenta,
porque quiera la entraña de mi madre,
exhalarme a la luz, y ser pequeña,
respirar, prometer, ser la esperanza
para alguien, sin nada más que el hilo,
que amenaza romper de una esperanza.

Merecerme de veras; ya retorno
del altar y del lodo, del sollozo,
del gemido y del canto, de mi propio
funeral, y me escucho como corro
anhelante y jadeante
a mi bautismo

Matilde Alba Swann, en 'Crónica de mi misma' 

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