. . . donde la discreción y la prudencia no tienen cabida y las palabras adquieren la dimensión justa de lo que cada cual esté dispuesto a percibir.

Verdades amargas


Yo no quiero mirar lo que he mirado
a través del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado en que se compra
amor, voluntad y conciencia.

Amigos... es mentira... no hay amigos,
la verdadera amistad es ilusión,
ella cambia, se aleja y desaparece,
con los giros que da la situación.

Amigos complacientes sólo tienen
los que disfutan de ventura y calma,
pero aquellos que abate el infortunio,
sólo llevan tristezas en el alma.

En éste laberinto de la vida,
donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado,
amores, parentesco, y amistad.

El que nada atesora, nada vale,
en toda reunión pasa por necio;
y por nobles que sus hechos sean,
lo que alcanza es la burla y el desprecio.

Lo que brille no más tiene cabida,
aunque brille por oro lo que es cobre,
lo que no perdonamos en la vida
es el cruel delito de haber nacido pobre.

La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado,
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien tallado.

La sociedad que adora su deshonra,
persigue con saña al criminal,
más, si el puñal es de oro,
enmudece el juez...y besa el puñal.

Nada hermano es perfecto, nada afable,
todo está con lo impuro entremezclado,
el mismo corazón con ser tan noble,
cuántas veces se encuentra enmascarado.

Que existe la virtud... yo no lo niego
pero siempre en conjunto defectuoso,
hay rasgos de virtud en el malvado
y hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Cuándo veo a mi paso tanta infamia
y que mancha mi planta tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida,
ganas me dan de maldecirlo todo.

Porque ceñido a la verdad estoy,
me dieron a libar hiel y veneno,
hiel y veneno en recompensa doy.

Y si tengo la palabra tosca,
en estas lineas oscuras y sin nombres
doblando las rodillas en el polvo,
pido perdón a Dios, pero no al hombre.

Ramón Ortega en 'Verdades amargas'
Lienzo de Lucia Coghetto

Al despertar



Aquella mañana al despertar
cogió entre sus manos la vida
y salió en busca de los colores
que dejó olvidados
para plasmar sobre el lienzo
el paisaje que le había sido borrado.

D.M. Carlota, en 'Al despertar'
Lienzo de Tatyana Kalin




Instantes



Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más,
sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con serio.
Sería menos higiénico,
correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas,
nadaría más ríos.
Iría a más lugares donde nunca he ido,
comería más helados y menos pastas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió
sensata y prolíjamente
cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría
pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos,
por que de eso está hecha la vida,
de momentos; momentos para no perderlos nunca.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte
sin un antialérgico,
una moda de ropa
una impermeable y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano
y comenzaría a caminar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.

Daría más vueltas en calesita,
jugaría con más niños,
iría a más bailes,
miraría más amaneceres
regalaría más flores y amaría más mujeres
si tuviera otra vida por delante.

Pero no tengo otra vida por delante
y no puedo volver atrás.

Nadine Stair en 'Instantes'. Traducción Jorge Luís Borges

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