Todo mi cuerpo estaba concentrado en el tacto de aquellos dedos, hasta que sentí que su cuerpo se apretaba contra mí, todo él, de arriba abajo [...] su pecho contra mi espalda, su calor contra mi calor, una presión sin nombre a la altura de mis nalgas. [...] Las brumas del deseo no me dejaban medir el tiempo que pasaba ...Antonio Gala, en 'La pasión turca'