. . . donde la discreción y la prudencia no tienen cabida y las palabras adquieren la dimensión justa de lo que cada cual esté dispuesto a percibir.

Viajar con la lectura


-¿qué haces?- le preguntó.
-viajo- respondió él.
No pudo reprimir una sonrisa, pese a estar medio dormida. Hacía apenas unos días, Tin Win le había explicado que no se limitaba a leer los libros, sino que viajaba con ellos, que lo transportaban a otros países, a otros continentes, y que con su ayuda conocía a gente nueva; no, incluso, hacía nuevos amigos.

Jan-Phillip Sendker, en 'El arte de escuchar los latidos del corazón', (fragmento)

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