. . . donde la discreción y la prudencia no tienen cabida y las palabras adquieren la dimensión justa de lo que cada cual esté dispuesto a percibir.

Sosiego al anochecer

Durante meses muchos fueron los conocimientos y circunstancias que poco a poco fueron revelándose y ayudaron a despojarse del vendaje que había cubierto sus ojos. Un intenso dolor estremeció todo su ser cuando al fin comprendió que en este mundo se había transformado en una cometa lanzada al viento por la persona en la que tanto había confiado.

El espejo apenas reflejaba su imagen oculta entre la niebla. Sintió frío y estaba oscuro pero se trataba de comerse la agónica amargura y seguir adelante.

La ceremonia fue sencilla. Mezcló a partes iguales tristeza y decepción, tomó el vendaje y lo impregnó. Abrió la caja de recuerdos en busca de la torpe y rebelde herida que en ocasiones aún sangraba. Con lentitud fue cubriéndola hasta que al fin quedó totalmente oculta.

Aquel anochecer, con sosiego, vio alejarse los recuerdos de un tiempo lejano que no volverá. 
Y, por fin,
 durmió.

Nell
Lienzo de Annick Bouvattier


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